Acosados por los funcionarios

DIARIO DE SEVILLA

Juan Luis Pavón

La sociedad andaluza, con unas tragaderas dignas de obesidad mórbida, está rebasando en la función pública el umbral de la paciencia y del pasotismo que ha incubado durante 30 años. La estratagema de entremeter e igualar al personal laboral de las empresas públicas, elegido a dedo, con los funcionarios que ganaron su plaza por oposición es una de las maniobras más agresivas contra la meritocracia. Podrá argüirse que los funcionarios van a lo suyo y defienden su parcela. Sí, pero en esa parcela están en juego principios básicos del Estado de Derecho para no convertirlo en un cortijo del que gobierna. De ahí que todos los ciudadanos estemos concernidos por su resistencia a verse rebasados por la legión de conmilitones que llevan lustros gestionando los fondos públicos sin los controles de rigor para discernir a quién se le otorga la realización de servicios y cuál es el cumplimiento de los mismos.

Pocos apoyos les auguro a los funcionarios que no se han acobardado. En la sociedad andaluza está bien vista la picaresca para conseguir un empleo y consolidarse en él de toda la vida. No se rechaza el descaro laboral para formar las plantillas de las fundaciones, agencias, observatorios, etcétera. Al contrario, se desea formar parte del tinglado, al conjuro de más vale nómina sin honra que honra sin salario. Es el Vivan las caenas en versión posmoderna.

Contentos pueden estar en el PSOE si los funcionarios se limitan a abucheos como los que sufrió ayer Juan Espadas, y otros días incluso Griñán y Chaves. Saben que si les aplican el ventilador a las jugarretas que han pasado por sus manos en los últimos años aguantando a sus jefes políticos y a sus comisarios de partido, la nerviosera cundiría en época preelectoral en el búnker de la Junta, la empresa familiar por antonomasia.

La dimisión de Rafael Velasco es todo un síntoma de una época donde al poder ya no le basta con tener prietas las filas, y en la que las filtraciones serán más difíciles de evitar aunque no provengan de Wikileaks. Velasco, político sobrevalorado y de muy endeble nivel intelectual, se sorprende de que se le acuse de tráfico de influencias porque la empresa de su esposa dependa casi en su totalidad de contratos librados por la Junta. Ciertamente, no hay nada ilegal. Ciertamente, es el método del que viven desde históricos de la pana a señoritos de abolengo. Ciertamente, es el síntoma de la Andalucía insostenible con media región enganchada al compadreo de la olla estatal. Ciertamente, de qué van a vivir en la economía de mercado cuando no puedan pegarse como lapas a la dedocracia.